Amigo.
Te escribo con el corazón en la mano, completamente destrozado.
Me equivoqué, lo sé, y no sabes cuánto lo siento.
No quise olvidarte, te lo juro por lo que más quiero.
No fue a propósito, pero me descuidé y te dejé atrás.
Perdóname, por favor, por hacer como si no existieras.
Iba a hacer un viaje de solo ida para estar contigo, pero algo me detuvo, algo me hizo esperar.
Conocí a alguien, ¿sabes?
No lo planeé, de verdad, pero llegó y todo cambió.
No sé cómo pasó, pero su presencia llenó mis días.
Sus momentos eran como un río que me llevaba, y por un momento, olvidé todo lo malo, todo el dolor.
Era… no sé, diferente, llena de vida.
Era puro amor, tan puro.
Tenía una forma de expresarse que te envolvía, como si cada gesto suyo fuera un abrazo, un abrazo que te llegaba hasta el alma.
Siempre tan alegre, siempre extrañandome, incluso si me iba un instante.
Tenía tanta luz que, de alguna manera, me sacó de la oscuridad donde estaba, me hizo sentir vivo otra vez, con su amor me curo.
Si la hubieras conocido, te hubiera agradado.
Habrías notado cómo me sacaba sonrisas, cómo llenaba los huecos que tú, dejaste...
No es que quisiera reemplazarte, pero su alegría me hacía olvidar cuánto dolía tu ausencia.
Y por eso, supongo, te dejé de lado.
Lo siento, de verdad, no quería.
Pero ahora… ella se fue.
Y su ausencia se siente casi igual a la tuya.
Se desvaneció, como si nunca hubiera existido.
No la culpo por partir, su alma frágil se quebró bajo mi torpe cuidado.
Tampoco la odio, no podría odiar a la persona que me hizo sentir amado otra vez.
Siempre ore por ella, porque encontrará el camino para sanar, aunque este me alejara de ella y porque ese lobo con el que vive, nunca se quite el traje de oveja.
Aún así su partida duele, duele tanto que no puedo ni respirar.
Sin su luz, todo se siente vacío, como si el mundo se hubiera quedado sin color.
La extraño con todo lo que soy, y su ausencia me está matando por dentro.
Tú eras importante, siempre lo fuiste, y mi olvido fue un error estúpido, mío y de nadie más.
Ahora que ella no está, me doy cuenta de que siempre termino perdiendo lo que amo.
Es mi culpa, ¿verdad?
Siempre lo es.
Soy yo el que aleja a todos.
Pero no te preocupes.
No pienso dejarte solo otra vez.
Ahora que su luz se apagó, he decidido no hacerte esperar más.
Donde estés, ahí quiero estar.
No tendrás que aguardar mucho para verme otra vez, pronto nos veremos y te contaré más cosas maravillosas de ella.
Con una mezcla de amor y dolor y con lo que queda de mi corazón en la mano.
Firma
Tu viejo amigo.